Phnom Penh, mis 9 rincones favoritos

Vivir en una gran ciudad de Asia como es Phnom Penh, supone habituarte a ciertas cosas. Al cabo de un tiempo cambias tus costumbres. Acabas visitando ciertos lugares que ni por descuido te plantearías pisar si fueras un turista más. No digo que te integres entre los camboyanos, (que eso ni por asomo), pero sí que terminas por  incorporarte al movimiento de la urbe y de sus más variopintos rincones.

Si ya de por sí Phnom Penh es una población en esencia poco turística, sí que es verdad que se pueden encontrar todavía partes realmente poco transitadas por occidentales. Cosa que por otro lado tiene su emoción. Esto, sumado al hecho de que la ciudad es totalmente segura para poder pasear a tus anchas por cualquier área.

Al margen del tráfico caótico y  demencial, omnipresente en toda la capital, Phnom Penh ofrece ciertos lugares especiales, diferentes, y que además en su mayoría no tienes que pagar por verlos.

 Mis rincones favoritos:

1| ORUSSEY MARKET Y ALREDEDORES

Phnom Penh Orussey Market

Al oeste de la ciudad, cruzando la Avenida Monivong por la 180 hacia la 182, se encuentra este salvaje mercado, enclavado junto a una de las calles más «sobradas» de la ciudad.

Las mejores horas para visitarlo son las 16:30 o 17:00 de la tarde, pues aunque los paisanos empiezan a recoger algunos chiringuitos, a esa hora es cuando no hace tanto calor.

El mercado en sí por dentro es un auténtico laberinto de tres pisos con estrechos callejones y puestos apretados. Es caluroso, poco ventilado y además nadie habla ni papa de inglés, por lo que plantearse ir de compras por allí es más que una aventura.

En realidad en este mercado hay dos cosas que me gusta hacer, una es subir a la tercera planta asomándome por una de sus caras y echar un vistazo al panorama de los alrededores de esta zona 100% local. La visión es sobrecogedora.

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Por otro lado la gracia del mercado está en su contorno y en observar lo que ocurre por toda esta manzana de locura.

Siempre que viene un amigo me lo traigo una tarde a los alrededores de Orussey Market para que se deleite con la Camboya más salvaje y profunda: antiguos camiones cargados hasta arriba y llenos de «piratas de carretera», callejas y callejuelas, extrañas tiendas de medicina china, vendedores de verduras y puestos de pescado vivo ambulantes, tiendas de música, tráfico atroz… La zona no tiene desperdicio, y da para una hora de entretenimiento sublime.

2| RIVERSIDE Y ROYAL PALACE, EL PROMENADE CAMBOYANO

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Las tardes de los fines de semana al caer el sol, el famoso y «turístico» Riverside se convierte en el mejor lugar de Camboya para ver y ser visto.

Este promenade junto al río y enfrente del Royal Palace lo tiene todo: en realidad es un enorme paseo peatonal con el Palacio Real y sus puntiagudas agujas al fondo, situado en la magnética confluencia entre el río Tonle Sap que baja desde los templos de Angkor con el todopoderoso Mekong. A los amantes de la naturaleza una visita a la intersección de estos dos legendarios ríos siempre nos susurra algo.

Mientras los paisanos locales al aterdecer se ponen hacer picnic en los jardines de palacio, nosotros, los guiris, salimos de las guaridas para sentir la fresca y tomar un refrigerio por el río. La mezcla entre lo local y lo extranjero es tan espléndida como bizarra…

Pobres de solemnidad, asiáticos ricos y famosos, chicas de alterne, niños en pelotas lanzándose a bañar al Mekong, barcos sirviendo dry martinis para ver el atardecer, cuadrillas de anaranjados monjes budistas, jaulas para soltar pajaritos, grupos de fanáticos del aerobic… Cualquier cosa por surrealista que te parezca puede ocurrir en esta parte de la ciudad.

3| LOS CALLEJONES 

Callejón en Phnom penh

De toda la vida mi madre me dijo que evitara meterme por calles estrechas y oscuras. Si algunos callejones de España ya dan yuyu, imaginaos un callejón de Phnom Penh. Con su poca luz, su tono tenebroso casi negro, sus ventanas y sus toldos destartalados…

Acuérdate cuando te portabas mal y tus padres te decían: «¡Te vamos a encerrar castigado en un agujero oscuro!» (o sea, la viva imagen de un callejón de la capital de Camboya). Pues bien, meterse por uno de éstos es de lo más divertido (y seguro) que se puede hacer en Phnom Penh.

La primera vez que me metí por un callejón en la ciudad me di cuenta de que eran como pequeños micro-pueblos llenos de vida, con todo tipo de negocios en el interior, señoras en pijama, niños jugando y gallinitas… sobrecogedor ¿eh?

Un paseo por los callejones refresca, abre la mente, te hace sonreír y lo mejor de todo, te libera por unos minutos del tráfico infernal de la ciudad. (menos cuando a la moto de turno se le ha ocurrido utilizarlo como atajo.)

Callejea, callejea.

4| CALLE 13, LAS TRASERAS DEL WAT OUNALOM

Calle 13 en Phnom Penh

¿Alguna vez haz fantaseado con viajar a una concurrida y caótica calle de Bombay? ¿sí? yo también, pero la verdad es que lo tengo pendiente…

Mientras tanto, cuando quiero caos asiático me paseo por la calle 13, justo detrás del Wat Ounalom y del Riverside. De hecho podemos aparecer aquí atravesando este tranquilo templo budista por las calles de su interior: todo un mini pueblecito budista, con sus viviendas, sus tumbas o estupas, y sus amables monjes. Si entramos desde el Riverside, y salimos justo por la puerta trasera del templo, nos daremos de bruces con esta impresionante calle de locura.

Aquí hacen malabares peatones, motos, tuk-tuks y triciclos, todos tratando de abrirse paso…y se juntan turistas, peluqueros y barberos de pared junto a tiendas, restaurantes y humeantes parrillas callejeras (una vez vi hasta un enorme cerdo trinchado a la brasa dando vueltas y echando humo entre la multitud). También hay un mugriento mercado con puestos por el suelo y baratijas de todo tipo. Es decir un caos como la copa de un pino, que hará las delicias de los fanáticos de Asia profunda, y curtirá a los novatos que lleguen por primera vez a estas tierras.

5| LA BRISA DEL OLYMPIC STADIUM

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Desde nuestra llegada a Phnom Penh el ochentero estadio olímpico diseñado por el famoso arquitecto camboyano Vann Molyvann siempre ha estado ligado a mi vida camboyana.

Este magnífico retro stadium está a punto de sucumbir ante los gigantes rascacielos de lujosos apartamentos que están construyendo a su alrededor. Pero todavía sigue ofreciendo pistas de tenis, piscina olímpica (un tanto descuidada) y sobre todo te permite caminar, hacer deporte, tomar el sol y descansar observando la ciudad desde cierta altura por encima de sus enormes gradas.

Es aquí, en este gran espacio abierto donde cuando se pone el sol los camboyanos van a practicar aerobic. Pero es también donde por las mañanas puedes sentir en soledad la brisa fresca de la temporada seca, o los vientos del monzón mientras contemplas como van y vienen las nubes en el corazón de Asia.

6| EL VIEJO Y ASOMBROSO WHITE BUILDING 

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Encontrarse con este cochambroso y destartalado edificio que data de 1963 en pleno centro y junto a una de las zonas más modernas y comerciales de la ciudad es una experiencia cuanto menos sobrecogedora.

Bajo amenaza de expropiación y diseñada también por el camboyano Vann Molyvann, esta comuna rezuma vida por los cuatro costados. Nadie de este asombroso vecindario quiere abandonar su casa.

Podemos pasear por sus bajos y quizás intuir que hace muchos años, estos bloques de apartamentos fueron modernos pisos de un blanco reluciente… pura historia viva.

7| WAT SVAY POPET Y LOS 100 TEMPLOS BUDISTAS

el templo budista

Una cosa que me llama la atención de Camboya es que teniendo un patrimonio budista inmenso apenas se ofrece al turista o se promociona. La vecina Tailandia en cambio, hace de cada templo un preciado tesoro, mientras que en Phnom Penh se amontonan estos retiros sin mención ninguna en guías o libros de viaje.

Cada uno de los 100 templos de la ciudad esconde tras de sí únicas e impresionantes pagodas, singulares imágenes de buda, antiquísimas tumbas o estupas y apacibles y respetuosos monjes que te hacen trasladarte a otra época, a otro Phnon Penh.

Estos recintos  se pueden visitar sin complejos, tomar fotos o incluso saludar y charlar con los monjes que viven en su interior. Muchas veces también hay niños pobres jugando entre las pagodas. Y los Domingos y fiestas de guardar nos podemos mezclar entre los camboyanos que acuden a hacer ofrendas y dar las gracias por lo que tienen.

Son fabulosos lugares espirituales donde conectar o meditar, además de poder pasear tranquilo, a salvo del denso tráfico de la ciudad.

Uno de mis favoritos es el Wat Svay Popet. Este tranquilo templo está enfrente de la embajada rusa, entre el reconcomido edificio White Building y junto al AEON Mall, el centro comercial más moderno de la ciudad. Antes de entrar al mega-mall asiático a refrescarnos y a tomar algo, podemos visitar este antiquísimo templo y perdernos por un rato en su interior.

Wat Onaloum, Wat Phnom, Wat Langka o Wat Botum, son sólo algunos de los más nombrados, pero cuanto más recónditos los encontremos mayor belleza tendrán para regalarnos… Camboya cuenta con más de 1000 templos budistas esparcidos por toda su geografía esperando ser descubiertos.

8|CENTRAL MARKET, PARA SENTIRTE COMO UNA MARUJA EN LA GRAN CIUDAD

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Si hay algo que tiene Phnom Penh, es que guarda en cada esquina ese aire de pueblo provinciano aún siendo una mega urbe de 2 millones de habitantes.

No hay nada más entretenido que pasarte por las pescaderías, fruterías y tiendas de ultramarinos del Central Market, y ponerte a regatear  junto con las sonrientes paisanas que bajan a hacer la compra cada día.

Este llamativo y fresco edificio colonial, tiene forma de gran bóveda babílonica al puro estilo «stars wars» y es vestigio de la colonia francesa en la indochina. Esconde tras su bonita y ventilada cúpula central un montón de llamativos puestos por los que pasear sosegadamente. Lo mejor se encuentra en los laterales donde venden desde tiburones vivos hasta tarántulas fritas, frutas tropicales y todo de tipo de cachivaches, ropa y souvenirs.

9|BLUE LIME, EL OASIS OCULTO DE PHNOM PENH

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Justo detrás del National Museum y la Universidad de las Artes, escondido tras una pequeña calle sin salida a la 19, yace este tranquilo y hermoso lugar. Un jardín tropical con enormes jaimas de cortinas blancas donde recostarnos, y una sombreada y fría piscina de agua salada y cristalina. Sólo silencio se oye o el suave mecer de las palmeras al viento…

Estamos en el Blue Lime, una antigua mansión francesa transformada en un familiar y recóndito hotel.

Esta vez sí tendremos que pagar una cuota por recostarnos en sus verdes jardines y sentir la piscina de agua salada. Entresemana la entrada que da derecho a usar piscina vale 4 dólares y los fines de semana 6, e incluye el uso de una toalla y una tumbona. Es un sitio tranquilo ideal para descansar del caos de Phnom Penh. Para bolsillos holgados, también es un fabuloso lugar donde alojarse.

El oasis oculto de Phnom Penh es uno de mis rincones favoritos…

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